Hernia Discal

La columna vertebral está compuesta por vértebras apiladas una encima de la otra. Entre cada uno de estos huesos hay un disco interverterbral que cumple la función de amortiguador, como si fuera un amortiguador hidráulico, que disminuye los impactos mecánicos sobre las vértebras.
Cuando se desarrolla una hernia de disco, el disco se desliza fuera de su lugar, o se rompe. Esta afección puede hacer que la hernia de disco presione un nervio, lo que provoca dolor, entumecimiento o debilidad. 

El proceso de la aparición de una herniación discal consta de tres fases. En una primera fase hay una pérdida de turgencia del núcleo que hace que el anillo se abombe  lo que permite
un desplazamiento de las fibras externas presionadas por el núcleo pulposo, que se desplaza durante los movimientos.
En una segunda fase, que es la fase intermedia, que comprende a personas de entre 20 y 60 años, las fibras se abomban y están sometidas a la presión del núcleo, por lo que comienzan
a fisurarse. A través de las fisuras emigran fragmentos del núcleo pulposo. Si la roptura es mayor, el contenido protruye fuera y se produce el prolapso-herniación que al entrar en contacto con la parte posterior del ligamento común posterior generando dolor.  
Los cambios en el núcleo pulposo del disco con pérdida de turgencia y el aplastamiento del anillo producen inestabilidad. El
núcleo pulposo se fragmenta y se desplaza de forma progresiva. En esta fase aparece en las articulaciones posteriores el  desarrollo de artrosis y osteofitos, que son huesos en neoformación.
En la tercera fase, ya en individuos por encima de los 60 años, el disco se fibrosa, o sea se endurece, los osteofitos pueden llegar a fusionarse, con la consiguiente perdida de movilidad, generando la rigidez de la columna senescente, acompañándose de los síntomas que provienen de la artrosis del arco posterior.